Luarca – Valdés
Un poco de historia
Prehistoria y Romanización
Las primeros datos que se conocen sobre el poblamiento del territorio de Valdés se remontan a la Prehistoria, concretamente a la etapa del achelense, tras descubrirse restos materiales de homínidos que vivieron hace más de 300000 años en las proximidades del cabo de Busto, hallazgo que lo confirma como uno de los asentamientos humanos más antiguos de toda la cornisa cantábrica. También se han localizado útiles de este periodo en Caroyas o en la playa del Bozo.
De la era Megalítica se descubrieron necrópolis tumulares en zonas fronterizas con los concejos de Cudillero, Salas, Tineo y Villayón, en pueblos como La Granda, Villuir, Piedrafita, o en la aldea de Los Corros -perteneciente a la parroquia de Ayones-, donde cabe destacar la necrópolis de Xugadoiro formada por siete túmulos. En el Valle de Paredes, sobresalen los monumentos megalíticos del dolmen de Restiello y el menhir de Ovienes.
Dentro de la cultura castreña, son ocho los castros identificados, aunque no es posible fijar su fundación ya que no han sido excavados. Por citar dos ejemplos, tenemos el Cerco de los Moros en Paredes o El Castiecho en Otur.
La riqueza aurífera de la cuenca del río Esva favoreció que el Imperio Romano se dedicase a la explotación minera de oro. Los vestigios más importantes de la presencia romana en esta zona son la estela funeraria de Ovienes y la lápida que recoge una inscripción dedicada a Júpiter, encontrada en Rellón de Merás (Paredes) y actualmente desaparecida.
Edad Media y Moderna
Es en la Edad Media cuando Valdés adquiere una identidad propia. Los primeros documentos en los que aparece citado son donaciones que datan de los siglos X y XI. En estos siglos, la peregrinación a Santiago de Compostela tuvo un notable impulso lo que favoreció la construcción en el concejo de albergues y hospitales jalonando el Camino de la Costa, que atraviesa la capital, Luarca.
Un acontecimiento clave en la historia del municipio fue la concesión en el año 1270 de la Carta Puebla de Valdés por parte del Alfonso X “El Sabio”, por la cual disminuyeron los saqueos y abusos al tener la protección del monarca, cuyo poder aumentaba al sumar más territorios bajo su control.
A partir de ese momento, Luarca se convierte en el centro social, administrativo y económico del municipio, y tanto la villa como las poblaciones cercanas comienzan a florecer gracias a la industria pesquera y ballenera (en 1486 se constituye el Nobilísimo Gremio de Mareantes y Navegantes para regular los intereses comerciales), a la importación y distribución de sal, al sector de la madera y el hierro, a la agricultura o la ganadería (cría y explotación de animales domesticables, celebración de ferias de ganado,…), entre otras actividades.
El siglo XV estuvo marcado por las disputas entre la monarquía y la nobleza, ya que la Corona no veía con buenos ojos la creciente autoridad de los linajes de la zona sobre el resto de la población. Reflejo de ese poder es la Torre de Villademoros (Cadavedo), arquitectura militar de carácter señorial que perteneció a la casa de los Peláez.
En el siglo XVI, Valdés aparece en las actas de la Junta General del Principado de Asturias integrado en una de las agrupaciones concejiles –también llamadas comarcas históricas- que se formaron en el bajomedievo asturiano para defender de forma conjunta sus intereses en dicha corporación. Esta hermandad de municipios recibió la denominación de Partido de los Cinco Concejos, y quedaba integrada por Valdés, Grado, Salas, Pravia y Belmonte de Miranda (posteriormente se añadió Somiedo).
En la Edad Moderna, la jurisdicción municipal comprendía 13 parroquias, 189 entidades de población (aldeas, lugares y caserías), y 42 brañas vaqueiras. Quienes poblaban estas brañas eran los llamados vaqueiros de alzada, un grupo social trashumante y ganadero, en el que las familias subían en mayo con el ganado a las montañas del interior, mientras en invierno se dirigían a campos más próximos a la costa. Esta forma de vida chocaba con la población sedentaria o “xaldos”, con los habitantes de las zonas costeras o “marnuetos”, e incluso con la Iglesia. Por sus costumbres eran despreciados, aunque afortunadamente hoy día su cultura y tradiciones han sido recuperadas y puestas en valor. Algunas brañas son: Aristébano, Buseco, Busindre, Lendepeña, etc.
Edad Contemporánea
En el siglo XIX, y en el contexto de la Guerra de Independencia contra Francia (1808-1814), Luarca fue una de las localidades a la que se trasladó temporalmente la Junta Superior de Armamento y Defensa de Asturias, pero el fenómeno más destacable para el concejo tuvo lugar a finales de este siglo, cuando se producen los primeros movimientos migratorios de ultramar gracias al desarrollo del puerto local.
El principal destino de aquellas migraciones fue América, y a los jóvenes que marcharon en busca de una vida mejor y volvieron enriquecidos se les denominó coloquialmente “indianos”. Partían generalmente de Asturias, Galicia, Cantabria, País Vasco, Cataluña y las Islas Canarias, y emigraban a países como Argentina, Cuba, México o Venezuela. Al volver a sus lugares de origen, levantaron vistosas viviendas privadas de estilo ecléctico (dando lugar a la llamada “arquitectura de indianos”) y subvencionaron equipamientos públicos como colegios, hospitales, asilos, traídas de agua, etc. En Valdés, la huella indiana tiene su reflejo en las casonas ubicadas –en su mayor parte- en los barrios de Villar y Barcellina (Luarca).
Desde el último cuarto del s. XIX y a comienzos del s. XX se produce un crecimiento económico a partir de diferentes sectores: banca, industrias de conservación del pescado, empresa de transporte, metalgráfica,…y se origina una nueva zona burguesa (entorno de la Plaza del Ayuntamiento y de Plaza de los Pachorros). La llegada de la Guerra Civil (1936-1939) truncó esta etapa de prosperidad y la recuperación no llegó hasta las décadas de los 50/60. A partir de estos años, surgen grandes empresas, se crean organismos públicos y se mejoran las comunicaciones. Cabe mencionar que en 1909 el concejo adopta la nomenclatura de su capital, Luarca, no siendo restituida la antigua denominación de Valdés hasta el año 1985.
Con una historia tan rica, Valdés puede presumir de conservar un notable patrimonio arquitectónico, artístico, etnográfico y natural, y por ello en los últimos años se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la región.